La culpa no es sólo de quien mata la vaca, también del que le aguanta las patas
Violencia de Género, Cultura y Sociedad
El título seleccionado para esta reflexión, hace una analogía de un refrán popular muy usado en mi isla natal, el cual refiere a la culpabilidad que existe no sólo de quien comete un “delito” sino también de los/as cómplices involucrados/as. Una materia que forma parte del cuerpo jurídico penal de nuestras sociedades contemporáneas. Aún así en ocasiones se pretende olvidar u obviar estos hechos en algunas situaciones cada día más visibles y alarmantes como lo es la violencia de género, aquella ejercida de varones hacia mujeres. No es un fenómeno actual, cómo algunos prefieren plantear para eximir su culpabilidad ante los hechos, es un flagelo histórico, que hoy es tangible gracias a la incasable lucha de instituciones sociales y políticas públicas diseñadas para concientizar y detener esta problemática.

Vale destacar que gracias a estos esfuerzos hoy en la Argentina varios medios de comunicación hacen énfasis cuando se conoce de algún caso (que no son los únicos) donde una mujer ha sido agredida física o sexualmente por su pareja o experaja. “Voilà”, ya hablan de Violencia de Género, aunque siguen desconociendo sus matices o estructura vincular al sólo narrar los hechos y sus consecuencias, no así el trasfondo formativo de la misma. Siempre buscamos un culpable y juzgamos sus actos por las consecuencias, una metodología muy introyectada de la jurisprudencia en nuestras sociedades donde preferimos juzgar a culpables de la misma forma por sus actos y no así los trasfondos de la misma.
Con esto no trato de eximir a nadie de la culpa, al contrario, incluirnos/as a todos/as en ella. Esta generalización categórica es para que tomemos conciencia de algo. Un varón violento, agresor y victimario no sólo se define por sus hechos visibles, sino también por aquellos recursos implícitos, consientes o inconscientes, que utiliza para subordinar y supeditar a aquellos/as quienes lo empoderan por el recurso de dominación que ejerce (un recurso aprendido). Claro, cómo no hay evidencia del delito no podemos juzgarlo. Por ello no nos sorprende algunos comentarios cómo: “no te puedo creer que golpeó a su mujer, si él es un hombre bueno, jamás lo hemos visto en nada malo, es muy amable, honesto y buen trabajador, de seguro algo ella le hizo algo para que actuara así”. Ingenuidad cómplice de muchos/as acostumbrados/as a determinar el comportamiento de otros/as que nos benefician o perjudican, nada importa que pasa en la vida de este hombre o mujer en su espacio privado si es que no nos reditúa en algo.
Lo que conocemos por cultura patriarcal, aquella que erige en pedestales de injusticias a varones sobre mujeres, sobre otros hombres, niños/as y niñas, no ha discernido entre sexo, cultura y grupo etario para legitimar su continuidad, la podemos encontrar en cada sujeto que afirma nunca haber visto una situación donde hay una mujer agredida o se sorprende por las estadísticas de femicidios cada año. ¿Alguno/a asomó la cabeza al interior de su casa?
La hipocresía social forma parte de esta complicidad, el vecino/a, hijo/a, hermano/a, tío/a, primo/a, amigo/a, transeúnte, instituciones policiales, jurídicas, médicas, etc; forman parte de este consorcio cultural de la complicidad de la violencia. No sólo por no reconocer su existencia como realidad para transformarla, sino que somos aquellos/as que aguantamos la pata y cuando se ve nuestra integridad afectada enseguida culpamos a quien tenía el cuchillo.
Tanto circunloquio para decir que no seamos ilusos/as al seguir pensando que la violencia de género está lejos de tocar nuestra puerta e invadir nuestras vidas. No es una enfermedad que una vez se descubre buscamos su cura o apartamos al/la enfermo/a de nuestro lado para que no nos contagie. Somos parte de ello, la violencia es un recurso aprendido con intereses múltiples de quien la ejerce, pero con tanto peso que al final termina mutilando física y emocionalmente a quien la ejerce y a todo el entorno que lo rodea.
Hemos sido parte, como seres que conformamos la sociedad y reproducimos cultura, de perpetuar y fomentar estas conductas nocivas. Mira a tu lado y verás, debes concientizarte para saber ayudar, aconsejar y educar para construir una sociedad donde humanizar nuestras prácticas y vínculos sea nuestra única ideología.
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Lic. Raydel Romero Cabo
(Historiador-Investigador Social). Especialista en Masculinidades
Miembro del Equipo Interdisciplinario de Atención al Agresor en la Asoc. Civil "Pablo Bessón"
Buenos Aires Argentina