What S.A.P.- Jorge Garaventa
30 de octubre de 2013 a la(s) 6:32
WhatS.A.P.
Mitos sobre Síndromes,Alienaciones y Parentalidades
Jorge Garaventa*
Mucho
hemos dicho a través de los años,sobre ese constructo jurídico con
disfraz psi que sus sostenedores han denominado Síndrome de Alienación
Parental y que se ha instalado en algunos sectores de la familia
tribunalicia con esa pomposa designación, o simpáticamente S.A.P. entre
amigos y conocidos.
El rechazo de la Asociación Americana de
Psiquiatras de incluirlo en la última versión del DSM V fue tal vez el
último desaire que recibió el malogrado invento, pero está lejos de ser
el principal;menos aún el definitivo. Esta decisión cobró importancia
debido a que una de las exigencias del manual es que se demuestre la
existencia de al menos tres síntomas que justifiquen su inclusión. No se
logró, como tampoco logró establecerse un criterio de cientificidad que
lo avale.
Y es sobre la cientificidad que queremos hacer eje. Sus
mentores lo dan por cierto, sin invocar razones ni demostraciones y
aunque choca, irremediablemente con conceptualizaciones
probadas,independientemente de la concepción teórica o el estilo de
abordaje que se adopte. Hablamos por ejemplo, de los desarrollos sobre
la psicosexualidad, tan claramente fundamentados en las publicaciones
psicoanalíticas, y de las distintas etapas de la evolución del niño, de
lo cual tan bien se han ocupado diversos autores de la psicología
evolutiva.

Damos por sentado que al menos estos dos recorridos,
que constituyen el abc de la profesión y su ejercicio, son moneda
corriente entre colegas, de la misma forma que también suponemos que
laconcepción watsoniana de la psiquis del niño como tabla rasa en la que
se pueden inscribir contenidos, sin resistencia ni transformación, ha
quedado sepultada por imperio de la observación y de la realidad
clínica. Si así no fuere, estamos en problemas.
Nos enseñaban la
psiquiatría y la psicopatología, allá en los albores de nuestra
formación, que un síndrome es un conjunto de signos y síntomas que
caracterizan una determinada enfermedad, que implica constancia,
permanencia y resistencia de los mismos. Hablan entonces los mentores
del S.A.P, de un niño enfermo que en un contexto de separación o
relación conflictiva entre sus progenitores es “programado”
psíquicamente por uno de ellos, generalmente la madre, para acusar al
otro de abuso sexual en lamayoría de los casos, y maltrato en otros.
Lo
que subyace a este intento de patologización es el ninguneo de la
palabra del niño, la descalificación de su mensaje, la represión de su
denuncia, el silenciamiento de su queja, es decir, lo insoportable para
el status social: la comprobación de que no siempre la familia es el
lugar mas seguro para el niño.
Lejos entonces de estar frente a un
niño al que “le han hecho la cabeza”, nos encontramos con una psiquis
infantil arrasada y un cruel proceso de desprogramación cuyo epílogo
será, ahora si, una víctima condenada a vivir junto a su abusador, o al
menos a compartir horas de visita, según el grado de resistencia que
este niño y su progenitor conviviente hayan ejercido, o la discreción de
un tribunal de justicia que puede decidir su“secuestro” a través de
personal policial armado, como hemos visto en no pocos casos
últimamente.
Necesitamos ser sólidos en nuestros diagnósticos y
comunicaciones, salir del terreno de las afirmaciones para sostenernos
en el de los conceptos, que es lo nuestro.
No basta decir que el
S.A.P, no existe.Es necesario demostrar que sus postulados no responden a
ninguna lógica consensuada científicamente del funcionamiento psíquico.
Tampoco podemos afirmar que los niños dicen siempre la verdad porque la
experiencia en algunos casos, los menos, suele mostrarnos lo
contrario.
Los psicólogos tenemos herramientas idóneas que nos
permiten determinar la veracidad de un discurso infantil. El principal
dato es que cuando un niño intenta sostener una mentira, cae rápidamente
en contradicciones. O sea, estamos frente a un discurso que no logra
sostenerse demasiado, y se derrumba sin necesidad de ejercer ninguna
presión, (cosa que además está absolutamente contraindicado), sino
acompañándolo en el rumbo del relato.
Agreguemos que el niño suele
describir con mucha precisión situaciones sexuales que no podría
relatar de no haberla vivido. Esto a veces es descalificado como
lenguaje adulto inculcado, pero un psicólogo entrenado podrá claramente
diferenciar un discurso de otro.
No podemos tampoco negar la
existencia de manipulaciones emocionales de parte de alguno de los
progenitores, pero ello estálejos de constituir un síndrome o una
enfermedad y también se derrumba rápidamente en las entrevistas.
Insistimos por ello en una sólida formación por parte de quienes se planteen intervenir en estas problemáticas.
El
Sindrome de Alienación Parental,concluyendo, es una de las formas mas
sutiles y perversas de maltrato hacia la niñez que apunta a quitarle la
voz, a destituirlo en su subjetividad misma, alienarlo pero de su
propia experiencia de sufrimiento y abuso. Ha hecho pie en el horror de
quienes desde su estructura no pueden admitir que un ser humano pueda
someter a semejante desquicio a un niño, pero también en los atributos
de una sociedad cruel y despiadada que no tiene como centro de su
desarrollo la felicidad de los más pequeños sino en conveniencias
particulares y despiadadas.
Estamos entonces, frente al extraño
caso de una construcción teórica, carente de toda idoneidad científica
pero que sin embargo, merced a la militancia de quienes en los
vericuetos judiciales están dispuestos a defender los privilegios
patriarcales al precio que fuere, sostiene una insólita presencia.
Ninguna entidad científica de relevancialo ha avalado, ni aquí ni en ningún lugar del universo, hasta donde conocemos.
Es
hora entonces que se establezca que quien utiliza su matrícula para
desestimar la palabra del niño que denuncia un abuso, valiéndose de
instrumentos de dudosa procedencia e intencionalidad, está incurriendo
en una falta ética de relevancia.
El abuso sexual infantil es uno
de los delitos cuya tasa de incidencia no ha decrecido con la
visibilización; las políticas preventivas se demoran y los mantos de
impunidad siguen abrigando a muchos abusadores.
Los psicólogos no
somos jueces, ni fiscales, ni abogados, somos profesionales de la
psicología que tenemos una única herramienta: un conjunto de
conocimientos validados científicamente. La sonrisa, y hasta la vida de
muchos niños depende de la eficiencia de su utilización.. Eso es lo que
pasa.
*Psicólogo