Cynthia
Adler.
Lic.
en Psicología.
Co-Coordinadora
de grupos de mujeres.
Asociación "Pablo Besson"
¿Que podríamos hipotetizar acerca de la violencia en
estos días? Podríamos pensarla como un
trastorno bio-psico-social. Convoco a estos tres aspectos en estrecha relación
porque es una conducta aprehendida, lo repetimos en capacitaciones y en las
dinámicas grupales de la institución. ¿Qué significa eso? Que venimos
predispuestos desde la casa parental a padecerla o generarla, tanto pasiva como
activamente: el rol que ocupemos no depende del sexo necesariamente; y digo
necesariamente porque la singularidad aparece en el caso por caso. A pesar de
ello, lo que se encuentra más visibilizado actualmente es la violencia ejercida
desde el hombre hacia la mujer, en una puja por poder. El poder del control,
del orden de la normativa vigente de cómo deberían ser las cosas según los
victimarios y la sociedad.
Nombro aquí a la predisposición de apropiarse de un
modo de conducta desde la primera socialización (es decir desde el hogar
parental y a una corta edad) como un filtro frente a cómo actuar a futuro:
implica no poder discernir un mal-trato físico o psicológicamente patológico.
Entonces, partiendo de un general y no un particular (dado que siempre es
importante discernir el caso-por-caso), la naturalización por aprehensión desde
el hogar favorece a la repetición en futuros vínculos. ¿Es eso lo único que
influye hacia la repetición? No, claro. También tenemos las instituciones que
favorecen o dificultan que esto suceda, es decir, ¿Que hay de políticas
estatales que ayuden en la temática?
Es relativamente reciente la visibilización de la
violencia de género como un problema que aumenta con el tiempo, pero eso no
significa que pase sólo ahora, sino que ahora se empezaron a sacar los trapitos al sol. La otra cara de esta moneda
es que hay respuestas sociales frente a la violencia como ser ¿Y ella que hizo?
¿Y dónde estaban los padres?
Hay muchas cuestiones para desentramar en el medio.
Por un lado tenemos lo que se vive en casa, por otro lado tenemos el reclamo de
la sociedad, la injusticia y la escasa prevención que hay. Con escasa intento
hacer referencia a que la prevención que se imparte es direccionada a cómo no ser víctima cuando considero que
debería apuntar a cómo no convertirse en victimario. En cómo discernir entre
correcto e incorrecto, como desarmar algo de lo nocivo que se mama desde el
hogar. Se debería comenzar a desarmar algo de la afección traumática que genera
ser criado en un hogar patológico de maltrato y abuso. Esta es la crisis en las
instituciones, en la casa, en la escuela y en la justicia. Una pérdida de eje,
de discernimiento, de reflexión, de valorización que se logra establecer con el
tiempo puesto que no hay políticas públicas que ayuden a que estos niños puedan
salir de un camino que se va haciendo solo.
Entonces, bio-psico-social podría pensarse como lo
aprehendido, en tanto forma de interpretar la realidad y el modo de verse en
ella; en la violencia como dos lugares en un vínculo patológico: un lugar de
poder y uno de sumisión, repitiendo lo aprehendido o dándole un giro: ser
activo como agresor lo que se vivió en la infancia como víctima, pasivamente o
viceversa: son lugares intercambiables.
El trato respetuoso y amoroso se va tiñendo de otros
colores patológicos en estas modalidades particulares de relacionarse, y la
sociedad, lo repite, reafirma y en algunos casos hasta banaliza en los medios
de comunicación. Esto se ve reflejado desde las publicidades de mujeres en la
cocina, o los juguetes sexistas que se imponen a los niños; desde la
cosificación de la mujer en algunos programas, o hasta gestionar un reclamo
para buscar prensa y promocionar un espectáculo. Como si fuera poco, la
banalización genera además el debate fuera de eje, mezclando publicidad y
sufrimiento, terminando por un debate que puede concretarse en ¿Pero y vos que
hiciste para merecerlo, lo provocaste?
Los valores comienzan en el hogar, pero siguen un
recorrido; sería muy simple decir que es sólo culpa de los padres. Si bien no
es así, representan el primer y más importante filtro ante la mirada hacia la
vida, aunque no el único. Encontrarse también en un lugar incómodo de la
sociedad en donde se cree que no hay forma de lograr objetivos también genera
descontento social y puede generar violencia sin precedentes.
Otra situación que genera polémica es minimizar la
violencia y hasta anularla si no se manifiesta específicamente fìsica. Se
añaden a ésta la simbólica, psicológica, mediática, económica y ambiental. No
son excluyentes entre sí y pueden superponerse lentamente. Con esto quiero
decir que una marca en el cuerpo puede borrarse y dejar secuelas, pero las que
no dejan marca a la vista también dejan secuelas, tal vez hasta de mayor
gravedad. La violencia no-física es silenciosa, insidiosa y afecta la esfera
psicológica, es decir, la capacidad de disfrutar, de ser feliz, de tener una
voz para con otros, para con la sociedad, con un par, para desempeñarse en un
empleo, etc. Es difícil de distinguir la violencia no-física puesto que se
considera generalmente que si no hay golpe, no hay delito.
Para ir concluyendo, quiero destacar que, a pesar de
que muchos consideran que la violencia es una patología de la actualidad, lo
más acertado sería pensar que ahora se está dejando entrever en los distintos
estratos de la sociedad. ¿Por qué ahora hay una mostración de la violencia? Hay
mucho para desarmar en esta cuestión. Considero que uno de los factores de su
emergencia es producto de la movilización social, el problema es que la forma
de resolverla, o el fin de esta modalidad de vinculación social, no se avecina,
mucho debe cambiar para que frene: desde el Estado, desde las instituciones,
desde el sistema educativo y desde los hogares, dando a los niños una crianza
de valores, límites saludables y lo necesario para el crecimiento en tanto
poder satisfacer sus necesidades básicas. Sólo con dichos aspectos de la vida
funcionando correctamente podría ser más clara la detección temprana de esta
“patología del acto” o su fin.
Dos
siglos atrás Rousseau decía "El
hombre es bueno por naturaleza, es la sociedad la que lo corrompe". ¿En algún momento la sociedad tendrá cura?